Por Fanny Martínez
En un lapso de entre 5 a 10 años luego de iniciada la práctica de los juegos de azar como recreativa, se manifiesta como trastorno en personas vulnerables: el mismo lapso que media entre la aparición de los casinos en el área metropolitana y la apertura de centros de atención para ludópatas.
Así lo mencionó Ileana Hernández Sánchez, de la Dirección de Salud Mental y Adicciones de la Secretaría de Salud estatal, en su participación dentro del 4.oColoquio sobre Evaluación y Tratamiento del Comportamiento Adictivo, organizado por el Centro de Tratamiento e Investigación de la Ansiedad (CETIA) de la Universidad de Monterrey.
La funcionaria estatal mencionó que es muy indicativo que a casi cinco años de la aparición en la ciudad de los casinos en 2003, se creara la demanda de atención o asociaciones para personas con esta adicción, como Jugadores Anónimos (Gamblers Anonymous).
En su conferencia “Ludopatía, ¿entretenimiento u obsesión?”, impartida en la Sala Polivalente del Centro Roberto Garza Sada de Arte, Arquitectura y Diseño, Hernández Sánchez explicó a los alumnos sobre este comportamiento patológico.
La ponente señaló que anteriormente la ludopatía era considerada solo como un “trastorno del control de los impulsos”, pero que actualmente ha sido incluida dentro de la categoría de “trastorno relacionado con sustancias y trastornos adictivos”, según la más reciente edición del “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales”.
De acuerdo con las estadísticas reveladas por la especialista, solo una minoría de los apostadores, equivalente al cuatro por ciento, puede realmente llegar a sufrir consecuencias negativas con daños en el entorno familiar, laboral y social.
Definió al juego patológico como un proceso crónico que por lo general empieza en los adolescentes varones y más tardíamente en las mujeres, y que se manifiesta, entre otras cosas, por una necesidad de jugar cantidades crecientes de dinero y por el fracaso repetido de los esfuerzos por controlar o interrumpir el juego.
“Es progresivo en frecuencia, cantidad y preocupación por las apuestas y tiene un patrón de juego regular o episódico; no se presenta con todo sus síntomas al mismo tiempo en sus primeros estadios”, expuso.
El jugador patológico utiliza el juego como un escape de los problemas, engaña a los miembros de la familia para ocultar su grado de implicación en esta actividad, intenta recuperar el dinero perdido e, incluso, puede cometer actos ilegales, como falsificación, fraude, robo o abuso de confianza para financiar el juego.
Hernández Sánchez refirió que, además de organismos como Jugadores Anónimos, existe el servicio de atención especializada en la Dirección de Salud Mental y Adicciones de la Secretaría de Salud estatal, disponible en el teléfono 8345-4326.
En el Coloquio sobre Evaluación y Tratamiento del Comportamiento Adictivo, también participaron Adriana Valdez, de la Dirección del Centro de Atención al Policía de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, con la ponencia “La psicología del policía y su familia”; César Méndez Ayala, coordinador de Pastoral de la Salud de la Arquidiócesis de Monterrey, con el tema “Experiencias y repeticiones”; y Ana María Solbes de Cruz, de Ingenium, Educación en Salud Mental, con la plática “Patología dual: enfermedad mental + adicción”.
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