Por 4poder
Porque no tenemos nada, hay que hacerlo todo, dijo Carlos Dittborn, encargado de edificar estadios para el campeonato mundial de fútbol de Chile 1962, tras el devastador mega terremoto el 21 de mayo de 1960.
Hoy, en medio de las ruinas, dice Margarita Arellanes Cervantes que ella no se lleva ninguna vergüenza en la larga búsqueda de la candidatura a la gubernatura por el PAN. ¿No?
¿Y las irregularidades como la compra de votos, los detenidos con más de cien mil pesos, los acarreos y la denuncia misma de sentirse presa de grupos políticos, qué?
Tras la derrota ante Felipe de Jesús Cantú, en las redes sociales, en los comentarios de lectores en los principales medios de comunicación con portales en internet, fueron escasos los comentarios positivos hacia su persona.
Lo mismo sucede, en esos foros, ante el anuncio de su regreso a sus funciones como alcaldesa, dadas las condiciones en que se encuentra la ciudad de Monterrey.
La soberbia sigue obnubilando su discurso. Si bien es cierto que hay que crecerse ante el castigo, éste debe ser con humildad, reconociendo errores y no fingir que nada malo pasó.
Aprender de los errores es una virtud que pocos políticos poseen. Es primordial reconocer errores, aceptarlos, ventilarlos.
En el proceso de la vida política, nadie nació experto. Se aprende, como todo, con el tiempo y los errores son las lecciones más valiosas.
Hoy, a su regreso a la alcaldía, debería Margarita re enfocar su responsabilidad, porque Monterrey no es cosa menor.
Es el honor más alto para un regiomontano encabezar la comuna de esta gran y mítica ciudad.
Es enorme la oportunidad de empezar desde cero, con entusiasmo y dejar atrás los días de la duo personalidad pública y corregir rumbo, contagiar con trabajo, servir a todos los sectores de una ciudad evidentemente en el abandono.
Tiene Doña Márgara ocho meses para dejar huella de un trabajo con energía, con hechos palpables y dominar los demonios de la ambición hoy entrados en el ánimo del despecho.
Margarita es joven y tiene frente a sí una gran carrera en el servicio público y la derrota frente a los dueños del PAN, ante su propia soberbia y su exceso de confianza, puede traducir todo ello en la materia prima con la que puede reconstruir el camino.
Esa es la esencia del espíritu de lucha: nutrirse con los yerros, con el fracaso.
Los grandes estadistas en la historia mundial fracasaron antes de dar lo mejor de sí mismos. Y sus errores fueron sus mejores lecciones de humildad y acicate para la superación.
El despecho es mal consejero y el rencor un veneno que paraliza el pensamiento positivo.
Hay muchos por hacer porque todo está en ruinas.
Hay que empezar desde cero y, siendo pro positivos, Margarita debe valorar esta segunda oportunidad de quedar bien con la comuna regiomontana y reconsiderar el camino a seguir.
Hay que hacerlo todo, pero esta vez mejor, mucho mejor. •