Mientras en 2022 la tasa de crecimiento del PIB se ubicaba alrededor de 2%, el pronóstico para 2023 es de apenas 0.95% según la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado que recolecta Banxico; el FMI es más optimista con 1.15%, siendo el Banco Mundial el de mejores expectativas según el “Global Economic Prospects” con un 1.9%, indica Cornejo Garza, quien además es presidente de la Asociación Nacional de Instituciones de Docencia e Investigación Económica, A.C.
“El Banco Mundial prevé como situaciones de riesgo la debilidad del mercado económico mundial y del mexicano, el manejo de la política monetaria en Estados Unidos, la incertidumbre en la política interior, la persistente inflación al alza, la inseguridad pública y la falta de un verdadero estado de derecho, así como el manejo discrecional de las finanzas públicas”, dice.
“Bajo cualquier escenario, la actividad económica tendrá una desaceleración en su crecimiento, con un riesgo, inclusive, de no concretarse un escenario favorable, de volver a vivir una época recesiva, y más aún si se materializa la incertidumbre política que pesa en torno al T-MEC por las diferencias en torno de la propuesta de reforma energética del gobierno mexicano”.
Por otra parte, la inflación fue el dolor de cabeza de la autoridad monetaria en el 2022. El experto de la UDEM indica que esto no cambiará mucho para el 2023: según la encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado, se espera que la inflación general para 2023 sea de 5.01%. En tanto que el FMI ubica su pronóstico en 6.3%. Ambos indicadores se mostrarán alejados de la meta oficial del 3%.
“Es decir, aunque se prevé que la tasa inflacionaria pueda reducirse, seguirá manifestándose como un problema para la economía mexicana, debido a la existencia de factores internos y externos. Por el lado interno, el componente inercial alcista de la inflación (especialmente la subyacente) y el debilitamiento en las estructuras de las cadenas de suministro. En tanto que por lo exterior, la persistencia en el surgimiento de nuevas variantes del COVID-19, el conflicto bélico en Europa y el debilitamiento del sector inmobiliario en China”, apunta.
Agrega que la tasa de interés se ha vuelto un instrumento de política monetaria extremadamente riesgoso: es necesario que se utilice para mitigar una posible fuga de divisas, pero al mismo tiempo impone un freno en el crecimiento económico. Algunos especialistas han llegado a señalar que el costo del dinero podría elevarse hasta el 11% hacia el primer trimestre del año, y aunque se prevé que pueda ir reduciéndose durante los siguientes 12 meses, el cierre podría ser cercano al 10%, cifra aún muy alta.
Así, Cornejo Garza afirma que la aparente fortaleza del mercado laboral se verá afectada por la desaceleración de la economía: Harbor Intelligence considera que los bajos niveles de productividad en México, los crecientes costos laborales para las empresas mexicanas y la disminución de la demanda agregada llevarán a que en 2023 la creación de empleo se desacelerará y la tasa de desempleo subirá ligeramente. No obstante, asevera el experto de la UDEM, la no existencia de un seguro de desempleo seguirá jugando en favor de las cifras, ya que obligará al trabajador mexicano a tener que salir a conseguir un empleo, el cual probablemente se consiga en el mercado informal, agravando aún más los problemas de la economía nacional.
“Es evidente que el gobierno de México continuará teniendo un gran reto para este 2023, un año de obstáculos, ya que no solo se trata de estabilizar la inflación y disminuir el desempleo, sino de acelerar la recuperación económica y salir del escenario que nos dejó la pandemia”, concluye, “ante estos retos deben proponerse y aplicarse grandes soluciones como incrementar los ingresos tributarios y hacer un uso inteligente de los recursos, un gasto público que detone el crecimiento y no solo que haga más difícil la situación de pobreza”.