La salud mental debe integrarse como una estrategia pública de salud en general y enfocar los esfuerzos en la promoción del bienestar, no específicamente en la prevención de enfermedades mentales, coincidieron en señalar directivos de instituciones y psicólogos de la localidad, en la Universidad de Monterrey.
Los especialistas participaron en el panel Salud mental en Nuevo León: entre la vanguardia y nuevos desafíos, organizado por el Centro de Tratamiento e Investigación de la Ansiedad (CETIA) de la UDEM y el Colegio de Psicólogos del Estado de Nuevo León.
El conversatorio se realizó la tarde de este lunes, en la Sala del Claustro Universitario de la UDEM, ante estudiantes y docentes de esta casa de estudios, donde también estuvieron presentes Thomas Huggins, decano de la Escuela de Psicología de la UDEM; y Roque Segovia, director de Servicios de Salud Mental de Nuevo León.
En el panel, intervinieron David Guerra, líder nacional de Salud Emocional en TecMilenio; Perla Orozco Vázquez, jefa del Departamento de Reinserción Social en la Dirección de Salud Mental y Adicciones de la Secretaría de Salud estatal; Hugo César Rivera Estrada, presidente del Colegio de Psicólogos de Nuevo León; y Claudia Miriam Martínez Garza, directora de Salud del municipio de Monterrey.
Durante su exposición, Orozco Vázquez señaló que es útil hablar de promoción de la salud, en lugar de prevención de trastornos mentales, porque implica hablar en positivo: cómo promover el bienestar emocional y de competencias de manejo del estrés.
“Yo hablaría de bienestar emocional, hablar y trabajar sobre las emociones, como lo vemos ahora con la pandemia de COVID-19, es sumamente importante (…) pero también es hablar de estos elementos sociales, financieros, ocupacionales, intelectuales y también los espirituales, que se ha estado promoviendo”, indicó.
La también jefa de Enseñanza e Investigación en Salud del Hospital Psiquiátrico de los Servicios de Salud en Nuevo León afirmó que una de las complicaciones y uno de los desafíos actuales es ver cómo lograr una participación comunitaria en salud mental.
“(Se debe promover la salud) no solamente para las personas, sino también para las comunidades; si no tenemos un bienestar emocional, difícilmente podemos hablar de que haya un bien común, un equilibrio personal en el funcionamiento de cada uno”, explicó.
Orozco Vázquez mencionó que el concepto de salud mental ha evolucionado por diferentes etapas, por lo que salud mental ahora no es lo mismo que hace décadas, por ejemplo, cuando se hablaba de “higiene mental”.
“Se hablaba de higiene mental considerado una parte controladora de parte del Estado, en el sentido de que la higiene mental tenía que ver con cuestiones ideológicas, políticas, económicas, pero también de costumbres y moral, eso es algo que ha cambiado en el transcurso del tiempo: el Estado ya no tiene la misma función”, aclaró.
En su intervención, Rivera Estrada advirtió que la construcción de la salud mental se tiene que reconocer como una construcción personal, porque se tiene que tomar en cuenta el cómo concibe el propio sujeto su propia salud mental, y que incluso hay factores comunitarios y psicosociales.
“(Es necesario) tener la sensibilidad como trabajadores de la salud o psicólogos para no quedarnos con una definición hegemónica, pensada solamente desde la cátedra, desde la clínica o desde la teoría, y que eso nos aleje como ha pasado en otras décadas en vez de acercarnos con lo que realmente ocurre con la población”, expuso.
Por su parte, Guerra afirmó que “alguien se nos adelantó” y convirtió el concepto de salud mental en un producto, le agregó diseño y marketing, y ahora “tenemos a un montón de personas de seudoprofesionales vendiendo salud mental bajo una idea más de negocio que de ayuda al sujeto”.
“Mientras nosotros, médicos, psicólogos, psiquiatras, discutíamos el concepto de la salud mental, alguien se nos adelantó, y ese es el concepto que tiene el público de la salud mental”, apuntó.