Por pmnoticias.tv
“El 99 % de los desastres ocurridos son provocados por los seres humanos (…), no son los terremotos los que matan a las personas; lo que mata a las personas son el muro mal construido, la teja mal puesta, y esa es responsabilidad de los seres humanos”, afirmó Henry Peralta Buriticá, en la Universidad de Monterrey.
El gerente general de Soluciones Resilientes, al hablar sobre esta corriente de pensamiento surgida en los noventa, sostuvo que “los desastres no son naturales, son producto de prácticas equivocadas de desarrollo y que, en una tormenta, la gente más afectada es la que no se ha protegido”.
El activista colombiano imparte durante este lunes y mañana martes, 22 y 23 de julio, el taller Camino hacia la resiliencia de los negocios, organizado por el Hub para la Resiliencia del Centro para la Solidaridad y la Filantropía de la UDEM, en conjunto con la Red Sumarse y Red Arise, en las salas de Educación Continua del edificio Estoa.
En el taller, el expositor aborda temas sobre la resiliencia y el Marco Sendai para la Reducción de Riesgos de Desastres 2015-2030, un acuerdo suscrito por 187 países miembros de la ONU, incluido México.
Peralta Buriticá estableció que, a nivel de América Latina y el Caribe, se han hecho grandes avances que iniciaron en los noventa con la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres de América Latina, una corriente de pensamiento latinoamericana articulada por diversas organizaciones e investigadores de varios países de la región y del continente europeo, que apostaron a “desmitificar que los desastres son naturales”.
“Este grupo de pensadores pudieron empezar a fortalecer a los diferentes gobiernos, para que asumieran esto de una manera diferente”, relató.
El especialista subrayó que México ha avanzado en el tema y está muy comprometido con la reducción de riesgo de desastre, así como el sector empresarial.
Agregó que, después de 30 años de estas propuestas, se ha logrado permear positivamente a las organizaciones internacionales y, actualmente, se cuenta con un marco global de reducción de riesgos de desastre, que se basa en estos postulados.
“Lo que hemos visto en los últimos 30 años es que ha habido un proceso de gradual de cambio de un enfoque centrado en el desastre a un enfoque centrado en el riesgo, o sea, a una cultura de la anticipación, aunque todavía falta mucho camino por recorrer, pero se han asentado las bases”, indicó.
“Cada vez hay mayor conciencia del tema, hay mayores avances y mayores retos”, aclaró.
El ponente advirtió que el descuido del medio ambiente es uno de los factores que aumentan la posibilidad de que ocurran impactos negativos en las poblaciones.
“El problema no es que llueva más, sino las goteras que hay en el techo, pero las goteras no son culpa de la naturaleza, sino de los seres humanos”, expuso.
Peralta Buriticá estableció que es necesario repensar temas humanos acerca del riesgo, que tienen que ver con la política y lo económico, porque, si bien es cierto que la naturaleza tiene una manera de manifestarse, los seres humanos no han aprendido a convivir con ella.
“Los tomadores de decisiones son seres humanos (…), pienso que hay que hacer un trabajo en esas personas; yo no puedo hablar de ciudades resilientes ni de negocios resilientes, si las personas que lideran los procesos no son resilientes; en la medida que cambien las personas y estén convencidos, finalmente, van a tomar decisiones positivas, ya sea un político o un empresario”, destacó.
“Tenemos que hacer presión, una presión positiva, para que le den la vuelta a la tortilla y vean que en la reducción del riesgo hay también una oportunidad de negocio, porque es necesario establecer una nueva relación con ese entorno que hemos destruido”, manifestó.
Entre los puntos del Marco Sendai, elaborado en 2015 en la ciudad japonesa, destacan la necesidad de establecer planes para que, en un desastre, se reduzca la cantidad de decesos, la población afectada, las pérdidas económicas, los daños a la infraestructura y la interrupción de servicios básicos.
En tanto que se busca incrementar la cooperación internacional y la disponibilidad a sistemas de alerta temprana en todos los eventos, así como el acceso a información adecuada y evaluaciones de riesgo.