KAMIKAZE

 

Trascender

 

Dicen que la vida humana tiene tres momentos: crecer en la primavera de la adrenalina; estabilizarse y consolidarse con el traje de la maduración; y trascender, con apetito de dejar huella, un legado, antes de “entregar el equipo” como dicen.

Comúnmente, en esta tercera etapa, yacen quienes están o se aproximan al invierno de sus vidas. Pero es atípico que un joven veinteañero al morir, haya consumado ese tercer momento, trascender.

Sabíamos que Juventino Emanuel entregó su vida al equipo de Fútbol los Rayados del Monterrey. Un cántico que vitorearon los integrantes de la adicción en la capilla de velación y en el panteón, decía: “En cualquier cancha de todo el mundo, juve presente siempre estará”. Juve nunca dejó solos a los rayados, jugaran donde jugaran. Fue a Marruecos, estuvo en Haití. Un video en YouTube, muestra cómo juve fue el único aficionado rayado en el estadio de los tiburones del Veracruz y nunca dejó de brincar, gritar y alzar la bandera azul.

Juventino Emanuel partió al cielo pero dejó grandes enseñanzas. Estudiante del ITESM, estudió idiomas en Irlanda, viajó por diversos países, sin embargo, sus amigos fueron jóvenes de familias vulnerables, sencillas y muy humildes. Muchachos de esquina, montoneros, algunos les llamaban, muchas veces incomprendidos por la sociedad y por los gobiernos.

Más de 500 adolescentes, honraron el cuerpo caído de juve. “Fuiste lo máximo, brother, gracias”; “juve, eras mi hermano, quien me hacía reír y me motivaba”; “juve no se va, juve no se va”; “juve, tu si me entendías”; fueron solo algunas palabras que durante todo el día gritaban.

Recordé a San Francisco de Asís, cuando decidió irse a vivir con los pobres, bajo la protesta de su familia, quien le ofrecía una vida holgada y próspera. Juventino Emanuel, durante su corta vida, invisiblemente fue un líder carismático, querido por cientos de jóvenes, principalmente fanáticos de los rayados del Monterrey.

No se puede entender de otra manera, cuando abarrotaron el panteón y del sepelio nunca se despegaron. Esta celebración solo se ha visto con artistas y políticos con trayectoria nacional.

Una enseñanza que me impacto, fue la expresión colectiva de sentimientos. Pareciera que en el universo de estos jóvenes, no hay influencia de liberalismo y pragmatismo. Las emociones sentidas, esa hermandad que escurría entre ellos, esa conexión de manos, abrazos, fue contundente para concluir que el legado que nos dejó juve fue su persona; él ofreció su corazón a sus amigos, él entregó su cuerpo y alma a su pasión.

Si Juventino fuera un ciudadano activista, trabajaría por su barrio y protestaría por el gasolinazo, sí, pero primero se entregaría en cuerpo y alma al bien común. Él, se pondría los zapatos del ciudadano que sufre, que es víctima de injusticias y corrupción. Nunca dejaría solos, ni traicionaría a los ciudadanos comunes. Sería como si hubiera traicionado a los rayados.

Una mejor sociedad, solo es posible con mejores ciudadanos. Y para lograr tener mejores ciudadanos, hay que inculcar valores humanos, en dónde las personas valgan por lo que son y no por lo que tienen. A la lucha contra el mal gobierno, hay que meterle no solo la razón, sino también sentimientos, que son los que producen una verdadera metanoia.

Descansa en paz, juve, el rayado, el estudiante, el líder, mi sobrino.

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