Por Fanny Martínez
Que escuchen a sus colaboradores, pero que no negocien mucho con ellos, que escriban sus propios guiones y que rueden muchos cortos antes de comprometerse con un largometraje fueron algunos de los consejos que Luis Mandoki ofreció a estudiantes de la Universidad de Monterrey.
El director de las cintas “Cuando un hombre ama a una mujer”, “Gaby, a true story” y “Voces inocentes” tuvo una charla con alumnos de los programas académicos de Licenciado en Producción Cinematográfica Digital y de Licenciado en Ciencias de la Información y Comunicación de esta casa de estudios.
La charla se realizó esta mañana, en la Sala Polivalente del Centro Roberto Garza Sada de Arte, Arquitectura y Diseño, como parte de las actividades del Festival Internacional de Cine Monterrey.
El cineasta mexicano dejó en claro que un director debe exigir a su equipo de trabajo y apegarse a su propia visión del montaje, aunque también debe saber escuchar las propuestas de actores, directores de fotografía o editores porque el producto se enriquece.
A la pregunta de un alumno sobre lo que cambiaría de su propia carrera cinematográfica, Mandoki respondió que hubiera dedicado menos tiempo a leer guiones de otros autores para poder dedicarse a escribir los suyos.
Como una opción para adquirir experiencia para los futuros realizadores, aconsejó foguearse con la producción de cortometrajes.
“El cine realmente no es una carrera, es un vida de entrega, de pasión; uno tiene que tener más que un compromiso, una necesidad: si uno no tiene una necesidad vital de hacer cine, es mejor dedicarse a otra cosa”, estableció.
Luis Mandoki se formó en México, Estados Unidos y el Reino Unido. Ya en 1980, su cinta “El secreto” ganó el Ariel a mejor cortometraje y, pocos años después, estaba nominado al Oscar y al Globo de Oro por su película “Gaby: a true story”, protagonizada por Liv Ullman, la actriz por excelencia de Ingmar Bergman, a quien Mandoki considera su guía.
Este logro le permitió ser el primer director mexicano en mucho tiempo que se abriera un camino significativo en Hollywood, donde trabajó con íconos internacionales como Meg Ryan, Susan Sarandon, Andy García, Jennifer Lopez, Melanie Griffith, Kevin Costner, Paul Newman y James Spader.
Su posición en Hollywood ciertamente pavimentó la brecha para el éxito actual de Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, pero su trabajo en México ha tenido una gran importancia social, con películas como “Voces inocentes”, que narra la historia de un niño atrapado en el conflicto salvadoreño, mientras que “La vida precoz y breve de Sabina Rivas” explora el fenómeno de la migración hacia México desde Centroamérica.