Por PMnoticias
Tatanka Iyotanka, o Toro Sentado, fue un indio sioux que nació en el México de 1831, en lo que ahora es Dakota del Sur, Estados Unidos. Cuando tenía 17 años de edad, se firma el Tratado Guadalupe Victoria y Estados Unidos se ostentó como propietario de los territorios nórdicos mexicanos, entre ellos el territorio sioux. Pero fue hasta 1863 cuando el ejército norteamericano peleaba los terrenos de caza a los Iakota, y fue en junio de ese 1863 que se enteraron los soldados estadounidenses de lo que era capaz Toro Sentado, pues desde seis años antes ya lideraba a los sioux. En 1864 cobijó a los sobrevivientes de la sanguinaria batalla de Sand Creek, territorio de Colorado, convirtiéndose así en un jefe tribal muy peligroso, pues a los 37 años es electo jefe de la nación indígena. Tenía 41 años cuando, en plena batalla a orillas del río Yellowstone, camina rumbo a los soldados enemigos y se sienta en medio de una lluvia de balas, a fumar su pipa, en una inaudita demostración de valor. Se convierte en leyenda entre los norteamericanos y cuando cumple 43 años empieza tremenda invasión a las tierras de Black Hills debido a que encuentran oro en esos lares y los gambusinos norteamericanos enloquecen. Dos años después, el 25 de junio de 1876, al frente de los Sioux y los Cheyennes unidos, Toro Sentado derrota, y feo, al legendario cuanto vanidoso militar gringo George Custer para, en 1877, encabezar a mil indios en una marcha rumbo a Canadá, y en el camino sumar a otros cuatro mil más. El general Terry fue hasta su territorio a ofrecerle una amnistía a cambio de recluirse en una reservación para indios, pero Toro Sentado no aceptó y la prensa canadiense decía que estaba convocando a otras tribus para asaltar a Estados Unidos. La respuesta del líder indio fue regresar a su país en 1881, pues escaseaba la carne de búfalo en esa región, y al ver morir a sus antiguos jefes indios que le apoyaban, el 19 de julio de ese año se rindió para frenar los ataques contra los de su raza. Se firmó un acuerdo perdonándole sus crímenes con tal de pacificar la relación con los indios, y fue enviado a un territorio de reserva en Standing Rock, pero por temor a la reacción que pudieran tener los indios de la zona, mejor lo mandaron al fuerte Randall, aguas abajo del río Missouri, donde ya llegó como prisionero de guerra y allí estuvo dos años. En 1885 consiguió que lo comisionaran para acompañar al show teatral de Buffalo Bill, que recreaba los superados tiempos del viejo oeste. Así viajó por Estados Unidos, Canadá e incluso fue hasta Europa. Su participación consistía en montar a caballo, mostrar algunas destrezas con las armas y firmar autógrafos, pues su nombre era muy famoso. Pero no aguantó más de cuatro meses pues no soportó ver la forma de organizarse de la sociedad de los blancos, sin piedad entre los mismos. Tenía 52 años cuando leyó un discurso de homenaje al tren del Pacífico Norte, y al término del mensaje que le habían escrito, hace a un lado los papeles y dice de frente al público: Los blancos son todos ladrones y mentirosos. Pero el intérprete dijo: Nosotros damos gracias a la civilización. El público se pone de pie para aplaudirle al gran guerrero pacificado. Tenía 59 años cuando el 15 de diciembre de 1890, lo arresta una patrulla de 43 Iakotas sin motivo alguno y cuando un grupo de fieles de la Danza de los Espíritus –entre ellos uno llamado Catch-The-Bear- dispararon al teniente Bull Head que lo custodiaba, éste responde disparando a Toro Sentado para que el agente Red Tomahauw le diera el tiro de gracia. Inmediatamente asesinaron también a Crow Foot, hijo de Toro Sentado que se encontraba en una cabaña cercana y se hizo una trifulca donde murieron en total 300 miembros de la tribu. Se dice que en un sueño le habían avisado sus dioses que sería muerto por los suyos.