Inutilidad de la evaluación de docentes

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Eloy Garza

Contra todo pronóstico, la evaluación de desempeño de los docentes en México no salió nada mal. 15 de cada 100 profesores obtuvieron resultados insuficientes. La cifra no es mala si se pone en positivo: quiere decir que de cada 100 maestros, 85 se desempeñan con suficiencia. 42% lo hacen bien y 8% son muy destacados. El resto que constituye algo así como un tercio, registró en los exámenes condiciones suficientes, es decir aptos para desempeñar su labor.

¿Entonces donde está el problema, si en las prueba Pisa o Planea son muy contados los alumnos que consiguen los aprendizajes esperados? Por un lado, el error puede ser la forma cómo se diseñó la evaluación de desempeño. Está mal hecha. Su composición se divide en tres apartados: evidencias del trabajo, conocimientos y planeación argumentada. Seguramente faltan asignaturas.

Para empezar, las que analizan las habilidades y destrezas de los maestros en el manejo de las Tecnologías de Información y Comunicación. La evaluación debe ser ponderada por la UNESCO porque hasta la fecha, a los evaluadores del INEE nadie los evalúa. Es decir, no hay una segunda instancia a donde pueda recurrir el maestro que no se sienta satisfecho con el resultado oficial que le dieron.

Pero los buenos resultados en general de la evaluación de desempeño de docentes comprueba que el problema del tremendo rezago educativo está en otra parte. El gobierno federal solo destina 2.3 % del PIB a infraestructura educativa: muy magros recursos. En tanto México invierte 6.5% en educación, Costa Rica llega a 10.5% y los EUA así como Finlandia, superan el 16%.

Aquí aflora la deficiencia del sistema educativo. En el Informe Pisa, México ocupa el penúltimo lugar de 36 países. Y en el Reporte sobre la Calidad del Sistema Educativo del Foro Económico Mundial, ocupamos el lugar 107 de 142. Sólo 16% de la población entre 15 y 64 años (la población económicamente activa) tiene educación técnica o profesional, en tanto que 28% de la población joven entre 15 y 19 años no estudia ni trabaja.

Pero vamos ahora la infraestructura escolar: 13% de las escuelas primaria no tienen baño.14 mil planteles sin pizarrones, 40% de las primarias del país sin energía eléctrica. 30% sin agua potable. 46% no tienen drenaje. Un porcentaje semejante no tienen vigilancia: son comunes los robos a planteles de escuelas primarias y secundarias. Con estas cifras da vergüenza hablar de escuelas de tiempo completo cuando les falta lo indispensable. Muchas de las 245 Escuelas Normales públicas en los 32 estados del país (17 Escuelas Normales Rurales) han sido olvidadas, dejadas a la deriva por el gobierno federal.

En vez de evaluación del desempeño docente, lo que debe promoverse entonces es formación continua que aliente la equidad en conocimientos. Los docentes no merecen ser culpados con evaluaciones punitivas. Faltan indicadores para docentes apegados a la UNESCO, no a criterios diseñados sobre las rodillas.

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