Por Salvador H
El PRI no cambia, es, por los siglos de los siglos, igual. Es la misma lavativa de siempre, nomás le cambian el bitoque y queda listo para el “dedazo divino”.
Tan no cambia, que una frase del recordado Rodolfo Gaytán sigue vigente: “Las Convocatorias para Presidente del PRI, son para quien no va a ser”.
A los priistas, la delegada del CEN, Cristina Ruiz Sandoval, les ha jugado el dedo a más no poder, con todo y su Consejo Político, que es todo, menos eso.
Andan tan despistados, que creen que ellos van a elegir a su presidente estatal, cuando que saldrá del acuerdo que tomen Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones.
La elección tiene dos grupos: José Natividad González Paras y su aval ante El Norte, Benjamín Clariond vs el de Héctor Gutiérrez de la Garza y Abel Guerra.
Si Peña Nieto quiere saldar una deuda, conste, no la económica del Estado, Nati continuará con el control del PRI, como lo ha hecho desde hace más de 20 años.
Si los vientos con miras al 2018 se inclinan a favor de Manlio Fabio, lo dirigirían Héctor y Abel y así higienizarán los fétidos olores de dos décadas pasadas.
Con ellos el Presidente sería César Gerardo Cavazos Caballero, que aunque fue Alcalde, no garantiza liderazgo que se requiere. Se le vería como títere, no líder.
Sacar al PRI del descredito de Nati y Rodrigo Medina, requiere de un dirigente probo, ideólogo, liderazgo y militancia. Conocedor de la filosofía priista.
Eduardo Bailey, con más tablas, conste, no oficio ni sensibilidad política que Cavazos, no logró estatura para ser reconocido como líder. Se vio como títere.
En cambio, si Peña Nieto y Carlos Salinas promueven a uno del gabinete, Nati colocaría en la dirigencia a María de Jesús Aguirre, primero como Secretaria,
Y Juan Francisco Rivera Bedoya, otro operador del cacicazgo nativista y mentor de María de Jesús, se dedicaría a mover los clásicos hilitos en el teatro guiñol.
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Texto tomado del Facebook de Salvador Hernández LANDEROS