Adrián de la Garza Santos se mueve como pre candidato —para lo que se ofrezca— pero la detención del foto reportero Julio César Dávila, por captar imágenes de la camioneta del Procurador de Justicia en el Estado, nos mostró el lado de intolerancia del abogado del pueblo.
Y de una particular ausencia del sentido común, al acusar al miembro de la prensa de “halconeo” a pesar de que se identificó como fotógrafo de un periódico local.
Con la detención, despertó la indignación por la prepotencia de la autoridad y, de paso, opacó la visita del Presidente Enrique Peña Nieto y le aguadó la fiesta a su jefe, el gobernador Rodrigo Medina de la Cruz
Y para acabarla de amolar, como dicen en el rancho, De la Garza Santos le brindó coyuntura mediática gratuita a Margarita Arellanes, quien se lució ante los medios de comunicación.
La visita de la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, al foto reportero Julio César Dávila en la Casa del Arraigo le atrajo un chubasco de popularidad en las redes sociales.
La visita de doña Márgara al reportero en la Casa del arraigo levantó cerca de mil 200 likes en cuatro horas en la red social Facebook.
Mientras el Procurador De la Garza Santos se tomó la “selfie” con las mujeres de San Bernabé, durante la visita presidencial, y levantó sólo 648 likes.
Pero más allá de la pelea mediática y política entre la alcaldesa y el gobernador, sobresale el hecho de la detención del foto reportero.
Quienes transitamos todos los días por las calles aledañas al Palacio de Gobierno, padecemos la doble fila de camionetas blindadas y la mirada de perdona vidas de los guaruras del Procurador y de otros funcionarios.
Se ha denunciado en otros medios la prepotencia de estacionarse en doble fila pero le ha faltado a la Dirección de Tránsito de Monterrey la decisión de imponer orden y obligarlos a estacionarse en los lugares asignados, ubicados por la calle 5 de Mayo, entre Zaragoza y Zuazua.
La soberbia de los funcionarios estatales ante la prensa es más que consabida, pero de ahí a ensañarse con un fotógrafo al que la comunidad periodística lo considera imparcial, es un yerro importante del Procurador.
O quizá lo acusen de “halconeo” porque trabajó en administraciones panistas en Monterrey y San Nicolás.