En el tema de la violencia contra las mujeres hay dos estrategias a poner en marcha: la intervención para ofrecer a las víctimas asistencia inmediata para ponerlas a salvo y tener una vida libre de violencia, y el apoyo a los agresores, a fin de que vean las diferentes elecciones en su manera de tratar a otros.
“La investigación nos muestra que las experiencias de las víctimas de asalto sexual son muy constantes, reaccionan de manera muy similar; lo que varía se encuentra más entre los ofensores, porque tienen una gama más amplia de creencias y conductas que tenemos que analizar”, explicó la estadounidense Deborah D. Tucker, del Centro Nacional de Violencia Sexual y Doméstica.
Lo anterior durante la mesa de diálogo “Violencia contra las mujeres” que se presentó en el XVII Congreso Mundial de Criminología y en el que también participaron la Embajadora Carmen Moreno Toscano, Secretaria Ejecutiva de la Asociación Interamericana de Mujeres (OEA) y Margarita Guille, de la Red Interamericana de Refugios y Centro para Mujeres en México.
Trabajo en comunidad contra la violencia
En este foro, Tucker reconoció que trabajar el apartado de los ofensores es muy complejo, sobre todo en los esfuerzos encaminados a rehabilitar a un violador sexual.
“Lamentablemente hemos tenido poco éxito en Estados Unidos en la rehabilitación de los violadores sexuales, aquellos que deciden usar el asalto sexual como táctica de poder y de control es muy difícil conseguir que abandonen esa conducta, requiere de mucho esfuerzo, la mayor parte del éxito que hemos obtenido es en personas que han estado en la cárcel durante mucho tiempo”, compartió la especialista.
Con cuatro décadas de trabajo orientado a poner fin a la violencia doméstica y el asalto sexual, Deborah Tucker dijo que en el caso de los golpeadores la situación es distinta, con ellos se pone en práctica una intervención que integra las cinco “erres”: reconocimiento del problema, re-educación, responsabilidad, restitución (volver a la familia y resarcir el daño) y restauración.
“Pero lo más importante es que la gente de las comunidades entienda cómo funciona la violencia y cuando una víctima denuncie un incidente de violencia no preguntar ¿qué hiciste para provocar a que te golpearan?, la pregunta apropiada es ¿en qué puedo ayudar?”, expuso.
Para Margarita Guille, de la Red Interamericana de Refugios y Centro para Mujeres en México, los grandes desafíos en este tema son el acceso a la justicia de las mujeres, la reparación del daño, el castigo para los agresores y tratamientos adecuados para los mismos.
“Observo una dinámica de transformación de la violencia de las mujeres y niñas, ahora está en una dimensión global, ha escalado el nivel de riesgo, daño y conflicto e incrementando la indefensión de las víctimas; observo territorios en donde hay guerras y se cometen crímenes considerados de lesa humanidad y que no caben en los estatutos que hoy tenemos, por lo que es difícil dimensionar quiénes son las víctimas, el tipo de daño, condiciones y cómo repararlo”, advirtió la especialista.
Agregó que hay países en donde no se declara estado de guerra, pero es evidente el conflicto armado, “sucede en México, donde no se quiere identifica como guerra contra las drogas o narcoterrorismo y de pronto nos encontramos en una situación de crimen organizado transnacional que no estamos pudiendo elaborar, tocar y dimensionar porque ni siquiera lo podemos nombrar”.
La Embajadora Carmen Moreno Toscano, Secretaria Ejecutiva de la Asociación Interamericana de Mujeres (OEA), dirigió su participación acerca de la Convención de Belém do Pará, adoptada en 1994 por los estados miembros de la Organización de los Estados Americanos, a excepción de Estados Unidos y Canadá, y que trabaja para erradicar la violencia contra las mujeres.
Compartió estadísticas alarmantes: en México, 46.5 por ciento de mujeres mayores de 15 años declararon haber sufrido al menos un incidente de violencia a manos de su pareja; en Ecuador, 38 por ciento de las mujeres están de acuerdo con que pegar a la esposa está justificado, y en Argentina, más de 8 mil denunciaron verse afectadas por la violencia.
Moreno Toscano dijo a la audiencia que cuando fallan los sistemas nacionales para tratar los casos, las víctimas pueden recurrir al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, ya sea a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.