¿Cómo hay que entender la política del gobierno veracruzano hacia los antorchistas?

 

 

La historia es larga, tanto como el ejercicio del Gobernador del Estado de Veracruz, Dr. Javier Duarte de Ochoa, por lo que me limitaré a lo más relevante ocurrido en el año que corre. El 10 de abril, obligado por el nulo resultado de sus gestiones apegadas a la normatividad, el Comité Estatal Antorchista que encabeza el Ing. Samuel Aguirre Ochoa, dirigió una carta abierta al señor Gobernador en que hacía de su conocimiento la desesperada situación de los solicitantes y le rogaba su superior intervención para el cumplimiento de acuerdos firmados, algunos desde el 2013. Quince días después, el 25 de abril, el Gobernador, acompañado de su gabinete, recibió a los firmantes de la carta y acordó con ellos que el Secretario de Finanzas cuantificaría el monto de las demandas y calendarizaría el flujo de los recursos necesarios para su ejecución. Se acordó además, aquí sí puntualmente, 1) la creación de un Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos (modalidad de preparatoria, CECYTEV) en la comunidad de Huazuntlán, municipio de Mecayapan, ubicado en una de las zonas indígenas más pobres y olvidadas del estado, en vez del Colegio de Bachilleres que la población solicitaba varios años antes; 2) destinar recursos suficientes (se fijaron montos) para semilla mejorada de maíz y fertilizante subsidiado para campesinos pobres; y 3) 48 plazas de docentes que vienen laborando desde hace meses sin reconocimiento oficial ni goce de sueldo.

Nada se cumplió. Los antorchistas, tras reuniones y discusiones inútiles, volvieron a la brega y así lograron que el 5 de mayo, por fin, el Secretario de Finanzas girara por escrito a las dependencias respectivas la indicación de destinar, en el programa de obras de este año, el monto necesario para “las obras de Antorcha”, anexándoles la relación de las mismas. Se acordó además, aunque sólo verbalmente, el calendario de inicio de obra. Curiosamente, minutos antes de que esto ocurriera, el Gobernador se comunicó con la dirigencia para ratificarle que se cumpliría religiosamente con lo ordenado por el Secretario. Pero las fechas acordadas llegaron, pasaron, y ni la “orden” del Secretario de Finanzas ni la promesa del señor Gobernador surtieron efecto alguno. Los antorchistas, entonces, acordaron instalarse en plantón permanente frente a palacio de gobierno a partir del 2 de junio. Pero, otra vez “curiosamente”, el día 29 de mayo, los líderes fueron convocados a una “nueva” reunión con el señor Gobernador. Reiteró su compromiso con lo pactado y “ordenó” telefónicamente a sus funcionarios poner manos a la obra de inmediato. Al día siguiente, sin embargo, en las oficinas, los gestores fueron recibidos con más indiferencia que antes de la intervención de su jefe supremo, el señor Gobernador. No quedó más que reactivar los preparativos del plantón. Pero justo en la víspera, el 1° de junio por la noche, nueva llamada del Gobernador y nueva reiteración de que “se cumpliría lo acordado”, ahora con la “atenta súplica” de que desistieran de su plantón “porque el señor obispo de Xalapa celebraría, en el mismo lugar, día y hora, un evento religioso”. Los citó para el día siguiente, 2 de junio, el mismo día del plantón y, según mis reportes, hubo algunos avances, sin que ello quiera decir que todo quedó ya resuelto.

No es el “vía crucis” de los veracruzanos lo que me hace ocuparme del asunto. Esto ocurre todos los días en las 32 entidades federativas, incluido el D.F. Lo nuevo y preocupante es que, paralelamente a dicho “vía crucis”, han ocurrido hechos de cierta gravedad. 1) el Secretario de Finanzas, en una de tantas entrevistas, quiso desconocer la autenticidad de recibos expedidos por él mismo para el pago de predios destinados a vivienda de antorchistas que

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